lunes, 16 de febrero de 2015

La influencia de la estampa japonesa en los impresionistas

La Sección de Arte continua esta semana con los impresionistas, concretamente sobre la influencia que tuvo el arte japones sobre estos artistas.


La entrada del Japonismo en Francia

The plum garden in Kameido, Hiroshige

Para valorar la novedad que significó la entrada del <<japonismo>> en Europa, cabe recordar primero que, durante siglos, dicho país había cerrado sus puertos impidiendo así todo contacto con Occidente. Esta decisión vino dada como una medida de protección por la desconfianza que el Shogunato mostraba hacia los misioneros cristianos, en quiénes veía el precedente de una conquista militar europea. No fue hasta 1854, con el Tratado de Kanagawa, que tuvo lugar la reapertura de Japón.



 
Pavillon du Japon dans l'Exposition Universelle de Paris au 1867.


El primer dato relevante de esta entrada de lo japonés en Francia lo encontramos en 1856, cuando el grabador Félix Bracquemond -marido de la pintora impresionista Marie Bracquemond- descubrió un pequeño volumen de Hokusai -uno de los grabadores japoneses más célebres del siglo XIX- que fue pasándose de mano en mano hasta ser conocido por todos los artistas de su alrededor. Fue, sin embargo, más significativo el hecho ocurrido en 1862, cuando la señora Desoye, que había estado viviendo en Japón, decidió abrir un bazar oriental en la Rue de Rivoli bajo el nombre de la Porte Chinoise, el cual frecuentaron artistas e intelectuales de todo París, entre los cuales se encuentran Manet, Fantin, Rossetti, Tissot, Degas, Whistler y los hermanos Goncourt. Ese mismo año se celebraba en Londres la pimera Exposició Universal que albergaba una participación importante del país nipón. Sin embargo, fue la Exposición Universal de 1867 de París, la que puso definitivamente de moda Japón y todo lo japonés. En lo que respecta al país del sol naciente, en él también se estuvieron realizando cambios, pues en 1868 dió comienzo la Restauración Meiji, era que habría de durar hasta 1912 y que para los coleccionistas occidentales suponía la posibilidad de adquirir verdaderas maravillas, puesto que a partir de 1869, los intercambio con Japón pasaron a ser totalmente libres. El interés por lo japonés no se acabó allí, pues en la Exposició Universal de 1878 celebraba nuevamente en París el pabellón de Japón consiguió un éxito abrumador.


La influencia de la estampa japonesa en los impresionistas

La princesse du pays de la porcelaine, Whistler
Tal fue la admiración que despertó Japón que no faltaron talleres en los que no se encontrasen estampas u abanicos japoneses. También hubo quiénes coleccionaron porcelana como Whistler y vestidos como Rossetti, Tissot y el propio Whistler que, además, los utilizó para pintar el cuadro de La princesa en el país de la porcelana que se expuso en el Salón de 1865 y en el que retrató a su amante vestida con un kimono. También el propio Whistler se vistió con estos trajes para el Toast de Fantin-Latour. Esta influencia es, sin embargo, la más epidérmica que podemos encontrar en el grupo de los impresionistas, pues el resto extrajeron del arte japonés aquello que podía sintonizar como sus propias búsquedas:
<< [...] Monet, una limpieza nueva, la claridad de las sombras, el gusto por la síntesis; Degas, la asimetría del panteamiento, sus escorzos y sus vistas desde un ángulo elevado, sus figuras desprovistas de eje, recortadas en los bordes, que se aproximan al espectador en una visión directamente íntima; Manet, la tensión contrastada entre las superficies oscuras, la sonoridad cromática [...] >> - El Impresionismo. La explosión del color

Otro autor, que ya en su época analizó el papel del arte japonés en cada uno de los impresionistas, fue el crítico E.Chesneu, quien en 1878 publicó en la Gazette des Beaux-Arts diferentes artículos sobre "El Japón en París".

<< Whistler, su exquisita finura de coloración; Manet, la rotundidad de sus manchas; Monet, la supresión sumaria del detalle en beneficio de la presión de conjunto; Degas, la fantasía realista de sus grupos y todos encontraron allí [en el arte japonés] una confirmación de su forma personal de ver, de sentir, de comprender y de interpretar la naturaleza. Gracias a ello, una reafirmación de la originalidad individual en vez de una laxa sumisión al arte japonés >> - E. Chesneau, extraído de El Impresionismo. La explosión del color
Three beauties of the present day, Utamaro
The great Wave off Kanagawa, Hokusai
Las xilografías japonesas a color desataron la atracción y colección de las mismas. Whistler, Manet, Fantin-Latour, Degas y Monet se familiarizaron con las creaciones de Hokusai, Utamaro y Hiroshige. En cuanto al grupo de Batignolles, se ha dicho que Degas fue quien manifestó un mayor interés por dichas estampas. También fueron numerosos los artistas postimpresionistas que se sintieron atraídos por el arte japonés, un ejemplo lo podemos encontrar en la exposición de 1887 que organizó Van Gogh en el Café Tambourin sobre grabados japoneses.

Red Fuji, Hokusai
En general se puede decir que las estampas japonesas no fueron una fuente directa de inspiración, sino más bien un catalizador de una evolución y renovación de la visión impresionista. Pese a ello, se pueden nombrar aquellos aspectos de los grabados que más fuertemente les cautivaron:  como la esquematización de las formas, el espíritu de síntesis, el refinamiento del colorido y sus composiciones descentradas. Éstas últimas fueron imitadas por los impresionistas y  consiguieron el asombro del público y de la crítica.

En una de sus cartas, Van Gogh confesará a Théo:
<< Veamos: nos gusta la pintura japonesa, hemos sufrido su influjo, todos los impresionistas tienen esto en común >>.

 Pissarro escribió a su hijo el 3 de febrero de 1893:
<< He visto a Monet en la exposición japonesa. ¡Caramba! Esto es lo que nos da la razón. Hay puestas de sol grises que son de un impresionismo sorprendente >>.

La japonaise, Claude Monet


Citaciones y bibliografía:
- BLUNDEN, Maria & Godofrey; DAVAL, Jean-Luc, La peinture de l'Impressionnisme, Skia, Genève, 1995
- CALLEN, Anthea, Técnicas de los impresionistas, Blume ediciones, Madrid, 1996
- DENVIER, Bernard, Crónica del impresionismo. Diario íntimo de la vida y el mundo de los grandes artistas, Destino, Barcelona, 1993
- LEYMARIE, Jean, El impresionismo. La explosión del color, Carroggio, Barcelona, 1991
- REWALD, John, Historia del Impresionismo, Seix Barral, Barcelona, 1972
- SÉRULLAZ, Maurice, Enciclopedia del Impresionismo, Polígrafa, Barcelona, 1981

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